domingo, 21 de septiembre de 2014

Entendiendo el Islam: Los comienzos.

Ahora creo que es bueno conocer un poco más sobre el Islam y la manera en que esta religión se vive en Riyadh. Con esta frase, como ven, ya estoy marcando una diferencia clara: El Islam que se practica en esta ciudad no es puntualmente el que proclama el Corán, su sagrado libro. Empecemos por partes.

Así como la historia del cristianismo tiene como principal la figura de un hombre, Jesús, el inicio del Islam estuvo signado por la existencia de un hombre, al parecer, también excepcional: el profeta Muhammad, nacido en La Meca. En el siglo VII D.C, tiempo de Muhammad, el islamismo ve sus inicios en el encuentro de este con el Ángel Gabriel (quien ya se había hecho amigo de María hacía siete siglos, jaj). El divino mensajero aparece ante un Muhammad que ya estaba sobre los cuarenta años y que se encontraba en una cueva, ayunando, en su retiro de Ramadán; le indica que el verdadero Dios, Allah, lo ha elegido para mostrar la verdad: Ni el judaísmo ni el cristianismo ni ídolo alguno. Es Allah el único que debe ser venerado, y Él no tiene hijos ni madre. En fin, que es el creador de absolutamente todo y que se creó a sí mismo, además. En un segundo encuentro, Gabriel le recita al profeta las principales enseñanzas del Corán. Aquel, analfabeto, las memoriza y se las dicta a sus primeros seguidores, quienes inician así las escrituras sagradas. Una acotación aquí: El islamismo se jacta de ser el mensaje más directo de la divinidad, pues no ha pasado por tantas manos, por tanta cambios por la voluntad humana a lo largo del tiempo como La Biblia… (¿Alguien puede decir lo contrario? Yo no).

El encuentro:  El profeta Muhammad y el ángel Gabriel

Muhammad empezó a predicar la fé única en Allah y, rápidamente, ganaba cada vez más seguidores.  Como el líder de tan gran empresa, se granjeó –cómo no– enemigos por demás, pues se convirtió en un potencial peligro político que ganaba poder y debía ser eliminado (Miren, otra coincidencia con Jesús). Tal situación de peligro vital para el Profeta y para los nuevos musulmanes dio paso a lo que se conoce como la Hégira: la migración de Muhammad y los suyos desde la ciudad de La Meca hasta un lugar que, luego, se conocería como la ciudad de Medina, oasis que ya albergaba distintos grupos de tribus que vivían en permanente rivalidad mortal. El Profeta fue invitado allí  a solucionar el problema social; a cambio, todos los ciudadanos abrazarían el Islam. Y así fue. Esto sucedió en el año 622 de la era cristiana y es la fecha que da inicio al calendario musulman (es por eso que el mundo árabe, actualmente, se encuentra en el año 1435). Ya en Medina, el Profeta del Islam pasa a ser la cabeza de un nuevo grupo de ciudadanos, el cual tenía una característica totalmente revolucionaria para su tiempo, pues difería radicalmente de la definición tribal que era practicada en aquella antigua Arabia... Algo nunca antes pensado: Sus miembros estaban unidos únicamente por una fe religiosa, y es que el Islam aceptaba a cualquiera que quisiera aceptar la fe de Allah, muy al margen de procedencias, lazos sanguíneos, sexos, razas, condición social, etc. (De hecho,  en Medina,  Muhammad dio por terminado el luto por su primera esposa y tomó un total de once mujeres de tribus muy diferentes. Esta práctica, por supuesto de talante político, reforzab aún más la unidad del nuevo pueblo). Es cuando se adhiere al Corán aquel mentado “permiso” que indica que el varón puede tomar hasta cuatro esposas, siempre y cuando, este sepa hacer prevalecer la justicia entre todas ellas; es decir, que todas fueran tratadas bien y por igual. Ven?.. Pero y el mentado machismo del Islam? Y la falta de libertad de la mujer musulmana? Luego volveremos a este punto.
Bien, volvamos al Corán que está en las manos de Muhammad. Tenemos a este profeta a la cabeza de una ciudad, pues es él el responsable político de este nuevo grupo de musulmanes, y debe tomar decisiones que dirigen la vida social, económica y moral del mismo (a que sí es ésta una gran diferencia con Jesús, eh: Jesús nunca gobernó, nunca fue Jefe de Estado, pero Muhammad sí). El ángel Gabriel siguió recitándole el contenido del Corán al Profeta a lo largo de 23 años, y así se iba formando el corpus del libro con los fundamentos islámicos; Muhammad también enseñó las oraciones a su gente; estableció el código ético y moral por el que hasta hoy se guian los musulmanes; dirigió la fundación de la primera mezquita en Medina y se esforzó también en que la religión del Islam se estableciera con claras diferencias respecto al cristianismo y al judaísmo (las dos grandes religiones ya existentes que desde siempre compartieron las mismas fuentes primigenias con el Islam). Así, no sería una campana ni un cuerno lo que llamaría al rezo, si no la misma voz humana, en una suerte de canto que hasta el día de hoy se escucha: "Admito que no existe más Dios que Allah, admito que Muhammad es el apóstol de Dios. Venid a rezar. Venid a rezar."; tampoco se rezaría más dirigiendo el cuerpo hacia Jerusalén, si no hacia la Meca, en donde estaba su sagrada Kaaba (la Kaaba o "Piedra Negra" es una enorme construcción en forma de cubo construida por Abraham ante una orden de Dios; esta venía siendo el lugar sagrado de los árabes pre islámicos, quienen habían caído en el politeísmo y, así como adoraban a Dios, también habían colocado numerosos ídolos dentro, a quienes mostraban igual devoción. Actualmente, la Kaaba continúa siendo el principal centro de peregrinación para los musulmanes de todo el mundo).

La Kaaba, el lugar más sagrado para la cultura islámica. Es visitada cada año por millones de musulmanes. La paregrinación a este lugar es uno de los cinco pilares del Islam y es la visita que todo musulmán espera hacer, por lo menos una vez en su vida.
El Islam crecía y Muhammad tenía que defenderlo. Sabía que los intentos por no dejar avanzar y por eliminar la fe de Allah llegarían pronto. El Corán recogía el mensaje de paz de Jesús (figura tenida únicamente como un profeta más en la historia en la ideología musulmana); no obstante, la sagrada boca de Muhammad empezó a establecer los fundamentos de la legítima defensa armada de la comunidad, pues  esta era la divinamente llamada a resguardar "la verdadera fe". La lucha por la supervivencia estaba, pues,  establecida en el Corán y, por tanto, protegida por Allah; esta supervivencia incluyó comenzar ellos mismos el ataque, si se requería (por ejemplo, sustento material, pues Medina no ofrecía ideales condiciones para el pueblo de Muhammad). El Profeta demostró ser un gran estratega militar y, único para arengar a sus guerreros en el nombre de Allah, logró llenar de valentía los corazones de los musulmanes, quienes llegaban a vencer aun siendo menores en número frente al enemigo (que, en el principio, era el mismo ejército de La Meca). Sin embargo, Allah le reveló a Muhammad la necesidad de compasión con los vencidos, por lo cual el Profeta no permitió la matanza de sobrevivientes, como era la antigua usanza de los árabes. Al contrario, les abría la puerta a la posibilidad de acogerse a la fe del Islam y volverse hermanos de sus vencedores. En veinte años, el Islam tenía ya tanta fuerza y seguidores (quienes llegaban de todas partes a Medina), que Muhammad emprendió el siguiente paso que completaría su misión: volver a la ciudad sagrada de La Meca y limpiar la Kaaba de falsos ídolos, reconquistarla para Allah. En el año 630 y con Muhammad a la cabeza, el ejército musulmán se puso en marcha y logró el cometido sin siquiera tener que lidiar con resistencia a la entrada de la ciudad. Solo vieron la muerte quienes se encontraban dentro de la Kaaba, defendiendo a los más de 300 ídolos que se alzaban allí, todos los cuales fueron destruidos mientras Muhammad recitaba versículos del Corán. Allah había permitido este simbólico hecho: el Islam se validaba frente a las otras religiones y frente al mundo. En el año 632, el hombre más justo y virtuoso que tiene la historia islámica y que logró la paz en Arabia -unida ya alrededor de un solo Dios- falleció no sin antes aclarar que él no debía ser convertido en un Jesús, pues era un ser humano corriente, no divino (Él se casó, tuvo hijos, vivió una vida como la de los demás; es, pues, un modelo cercano y fácil de identificar como guía). Durante la centuria siguiente a esta muerte, el Islam se extendió hacia África e India y, en la actualidad, es la religión que más rápido crece en el mundo.
Hasta aquí he tratado de resumir la historia del comienzo del Islam. Espero no haberlos hecho dormir, pero me pareció justo entrar un poco en esta materia, y ya ven que me gusta empezar como debe ser. Como occidental, creo que acercarme a la cultura de Riyadh pasa por entender en quién creen sus ciudadanos, bajo qué fundamentos religiosos viven su vida. Esto nos obliga a asomarnos al Corán, poco a poco. Después de mis lecturas, ya ha sido fácil para mí poder escindir los fundamentos de las enseñanzas de Muhammad de lo que profesaban y profesan barbudos líderes extremistas musulmanes que hacen de la violencia y el asesinato una bandera. Ojalá dejemos de hacer esa asociación. Ya ven. En esta era de la información, adentrarse a una materia X es un camino abierto para cualquier interesado.

Saludos y hasta pronto.





jueves, 18 de septiembre de 2014

HEMOS SOPLADO UNA VELITA



Ya llevo un año en Riyadh. Debe haber sido el año más difícil que me ha tocado vivir hasta ahora, pues al desarraigo geográfico se le sumaban todos los factores de una cultura tan distinta como es la que impera aquí. Y claro, empecé mi vida de casada al mismo tiempo… Ustedes ya ven, entonces: Mi independencia económica y mi libertad total como mujer se quedó en Lima, y llegué aquí a ponerme una abaya y a ser una esposa y ama de casa. Si intento ver ese panorama desde afuera, realmente opinaría que nadie debería pasar por tanto cambio simultáneo sin una terapia previa, sin una suerte de preparación. En serio! Pero, vamos, que me tiré a la piscina y aquí descubrí, además, que no soy la única. La experiencia, por supuesto, está siendo única, pero nada le quita dificultad al reto. Yo digo: Debe haber, en algún lugar del cielo de Alláh, una medallita de oro para mí… y tal vez una de plata para mi esposo, quien ha tenido que lidiar con mis angustias y frustraciones aquí (¿o se creen que el día a día es fácil? No way!), en esta ciudad surrealista.