domingo, 21 de septiembre de 2014

Entendiendo el Islam: Los comienzos.

Ahora creo que es bueno conocer un poco más sobre el Islam y la manera en que esta religión se vive en Riyadh. Con esta frase, como ven, ya estoy marcando una diferencia clara: El Islam que se practica en esta ciudad no es puntualmente el que proclama el Corán, su sagrado libro. Empecemos por partes.

Así como la historia del cristianismo tiene como principal la figura de un hombre, Jesús, el inicio del Islam estuvo signado por la existencia de un hombre, al parecer, también excepcional: el profeta Muhammad, nacido en La Meca. En el siglo VII D.C, tiempo de Muhammad, el islamismo ve sus inicios en el encuentro de este con el Ángel Gabriel (quien ya se había hecho amigo de María hacía siete siglos, jaj). El divino mensajero aparece ante un Muhammad que ya estaba sobre los cuarenta años y que se encontraba en una cueva, ayunando, en su retiro de Ramadán; le indica que el verdadero Dios, Allah, lo ha elegido para mostrar la verdad: Ni el judaísmo ni el cristianismo ni ídolo alguno. Es Allah el único que debe ser venerado, y Él no tiene hijos ni madre. En fin, que es el creador de absolutamente todo y que se creó a sí mismo, además. En un segundo encuentro, Gabriel le recita al profeta las principales enseñanzas del Corán. Aquel, analfabeto, las memoriza y se las dicta a sus primeros seguidores, quienes inician así las escrituras sagradas. Una acotación aquí: El islamismo se jacta de ser el mensaje más directo de la divinidad, pues no ha pasado por tantas manos, por tanta cambios por la voluntad humana a lo largo del tiempo como La Biblia… (¿Alguien puede decir lo contrario? Yo no).

El encuentro:  El profeta Muhammad y el ángel Gabriel

Muhammad empezó a predicar la fé única en Allah y, rápidamente, ganaba cada vez más seguidores.  Como el líder de tan gran empresa, se granjeó –cómo no– enemigos por demás, pues se convirtió en un potencial peligro político que ganaba poder y debía ser eliminado (Miren, otra coincidencia con Jesús). Tal situación de peligro vital para el Profeta y para los nuevos musulmanes dio paso a lo que se conoce como la Hégira: la migración de Muhammad y los suyos desde la ciudad de La Meca hasta un lugar que, luego, se conocería como la ciudad de Medina, oasis que ya albergaba distintos grupos de tribus que vivían en permanente rivalidad mortal. El Profeta fue invitado allí  a solucionar el problema social; a cambio, todos los ciudadanos abrazarían el Islam. Y así fue. Esto sucedió en el año 622 de la era cristiana y es la fecha que da inicio al calendario musulman (es por eso que el mundo árabe, actualmente, se encuentra en el año 1435). Ya en Medina, el Profeta del Islam pasa a ser la cabeza de un nuevo grupo de ciudadanos, el cual tenía una característica totalmente revolucionaria para su tiempo, pues difería radicalmente de la definición tribal que era practicada en aquella antigua Arabia... Algo nunca antes pensado: Sus miembros estaban unidos únicamente por una fe religiosa, y es que el Islam aceptaba a cualquiera que quisiera aceptar la fe de Allah, muy al margen de procedencias, lazos sanguíneos, sexos, razas, condición social, etc. (De hecho,  en Medina,  Muhammad dio por terminado el luto por su primera esposa y tomó un total de once mujeres de tribus muy diferentes. Esta práctica, por supuesto de talante político, reforzab aún más la unidad del nuevo pueblo). Es cuando se adhiere al Corán aquel mentado “permiso” que indica que el varón puede tomar hasta cuatro esposas, siempre y cuando, este sepa hacer prevalecer la justicia entre todas ellas; es decir, que todas fueran tratadas bien y por igual. Ven?.. Pero y el mentado machismo del Islam? Y la falta de libertad de la mujer musulmana? Luego volveremos a este punto.
Bien, volvamos al Corán que está en las manos de Muhammad. Tenemos a este profeta a la cabeza de una ciudad, pues es él el responsable político de este nuevo grupo de musulmanes, y debe tomar decisiones que dirigen la vida social, económica y moral del mismo (a que sí es ésta una gran diferencia con Jesús, eh: Jesús nunca gobernó, nunca fue Jefe de Estado, pero Muhammad sí). El ángel Gabriel siguió recitándole el contenido del Corán al Profeta a lo largo de 23 años, y así se iba formando el corpus del libro con los fundamentos islámicos; Muhammad también enseñó las oraciones a su gente; estableció el código ético y moral por el que hasta hoy se guian los musulmanes; dirigió la fundación de la primera mezquita en Medina y se esforzó también en que la religión del Islam se estableciera con claras diferencias respecto al cristianismo y al judaísmo (las dos grandes religiones ya existentes que desde siempre compartieron las mismas fuentes primigenias con el Islam). Así, no sería una campana ni un cuerno lo que llamaría al rezo, si no la misma voz humana, en una suerte de canto que hasta el día de hoy se escucha: "Admito que no existe más Dios que Allah, admito que Muhammad es el apóstol de Dios. Venid a rezar. Venid a rezar."; tampoco se rezaría más dirigiendo el cuerpo hacia Jerusalén, si no hacia la Meca, en donde estaba su sagrada Kaaba (la Kaaba o "Piedra Negra" es una enorme construcción en forma de cubo construida por Abraham ante una orden de Dios; esta venía siendo el lugar sagrado de los árabes pre islámicos, quienen habían caído en el politeísmo y, así como adoraban a Dios, también habían colocado numerosos ídolos dentro, a quienes mostraban igual devoción. Actualmente, la Kaaba continúa siendo el principal centro de peregrinación para los musulmanes de todo el mundo).

La Kaaba, el lugar más sagrado para la cultura islámica. Es visitada cada año por millones de musulmanes. La paregrinación a este lugar es uno de los cinco pilares del Islam y es la visita que todo musulmán espera hacer, por lo menos una vez en su vida.
El Islam crecía y Muhammad tenía que defenderlo. Sabía que los intentos por no dejar avanzar y por eliminar la fe de Allah llegarían pronto. El Corán recogía el mensaje de paz de Jesús (figura tenida únicamente como un profeta más en la historia en la ideología musulmana); no obstante, la sagrada boca de Muhammad empezó a establecer los fundamentos de la legítima defensa armada de la comunidad, pues  esta era la divinamente llamada a resguardar "la verdadera fe". La lucha por la supervivencia estaba, pues,  establecida en el Corán y, por tanto, protegida por Allah; esta supervivencia incluyó comenzar ellos mismos el ataque, si se requería (por ejemplo, sustento material, pues Medina no ofrecía ideales condiciones para el pueblo de Muhammad). El Profeta demostró ser un gran estratega militar y, único para arengar a sus guerreros en el nombre de Allah, logró llenar de valentía los corazones de los musulmanes, quienes llegaban a vencer aun siendo menores en número frente al enemigo (que, en el principio, era el mismo ejército de La Meca). Sin embargo, Allah le reveló a Muhammad la necesidad de compasión con los vencidos, por lo cual el Profeta no permitió la matanza de sobrevivientes, como era la antigua usanza de los árabes. Al contrario, les abría la puerta a la posibilidad de acogerse a la fe del Islam y volverse hermanos de sus vencedores. En veinte años, el Islam tenía ya tanta fuerza y seguidores (quienes llegaban de todas partes a Medina), que Muhammad emprendió el siguiente paso que completaría su misión: volver a la ciudad sagrada de La Meca y limpiar la Kaaba de falsos ídolos, reconquistarla para Allah. En el año 630 y con Muhammad a la cabeza, el ejército musulmán se puso en marcha y logró el cometido sin siquiera tener que lidiar con resistencia a la entrada de la ciudad. Solo vieron la muerte quienes se encontraban dentro de la Kaaba, defendiendo a los más de 300 ídolos que se alzaban allí, todos los cuales fueron destruidos mientras Muhammad recitaba versículos del Corán. Allah había permitido este simbólico hecho: el Islam se validaba frente a las otras religiones y frente al mundo. En el año 632, el hombre más justo y virtuoso que tiene la historia islámica y que logró la paz en Arabia -unida ya alrededor de un solo Dios- falleció no sin antes aclarar que él no debía ser convertido en un Jesús, pues era un ser humano corriente, no divino (Él se casó, tuvo hijos, vivió una vida como la de los demás; es, pues, un modelo cercano y fácil de identificar como guía). Durante la centuria siguiente a esta muerte, el Islam se extendió hacia África e India y, en la actualidad, es la religión que más rápido crece en el mundo.
Hasta aquí he tratado de resumir la historia del comienzo del Islam. Espero no haberlos hecho dormir, pero me pareció justo entrar un poco en esta materia, y ya ven que me gusta empezar como debe ser. Como occidental, creo que acercarme a la cultura de Riyadh pasa por entender en quién creen sus ciudadanos, bajo qué fundamentos religiosos viven su vida. Esto nos obliga a asomarnos al Corán, poco a poco. Después de mis lecturas, ya ha sido fácil para mí poder escindir los fundamentos de las enseñanzas de Muhammad de lo que profesaban y profesan barbudos líderes extremistas musulmanes que hacen de la violencia y el asesinato una bandera. Ojalá dejemos de hacer esa asociación. Ya ven. En esta era de la información, adentrarse a una materia X es un camino abierto para cualquier interesado.

Saludos y hasta pronto.





jueves, 18 de septiembre de 2014

HEMOS SOPLADO UNA VELITA



Ya llevo un año en Riyadh. Debe haber sido el año más difícil que me ha tocado vivir hasta ahora, pues al desarraigo geográfico se le sumaban todos los factores de una cultura tan distinta como es la que impera aquí. Y claro, empecé mi vida de casada al mismo tiempo… Ustedes ya ven, entonces: Mi independencia económica y mi libertad total como mujer se quedó en Lima, y llegué aquí a ponerme una abaya y a ser una esposa y ama de casa. Si intento ver ese panorama desde afuera, realmente opinaría que nadie debería pasar por tanto cambio simultáneo sin una terapia previa, sin una suerte de preparación. En serio! Pero, vamos, que me tiré a la piscina y aquí descubrí, además, que no soy la única. La experiencia, por supuesto, está siendo única, pero nada le quita dificultad al reto. Yo digo: Debe haber, en algún lugar del cielo de Alláh, una medallita de oro para mí… y tal vez una de plata para mi esposo, quien ha tenido que lidiar con mis angustias y frustraciones aquí (¿o se creen que el día a día es fácil? No way!), en esta ciudad surrealista. 

miércoles, 7 de mayo de 2014

Acostumbrarse a Riyadh

Nueve meses desde que empecé mi vida en Riyadh. Ya pasó la difícil etapa de la adaptación y aquel primer choque que fue el tener que descubrir, golpe a golpe, las enormes diferencias culturales: Existe un mundo más allá de la loca cultura occidental, y es éste. Ha sido la lección de estos últimos nueve meses. Entonces me pongo a pensar que una misma es su propio experimento sociológico… Saca a una occidental promedio (carrera universitaria, sosteniéndose ya sola fuera de la casa familiar) de su contexto y colócala en el medio de una de las ciudades del corazón del Islam. Juaz…
Recuerdo que, poco antes de salir de Lima, me invadían con atolondrada frecuencia eso de bajarme antes del carro en que iba o volvía de algún lado. Entonces prendía un cigarro, ponía mi música en mis oídos y me lanzaba a caminar… Me gustaba mirar, sobre todo, mis zapatos (siempre chatos), el jean pegado sobre mis piernas o mis brazos descubiertos y felices. Era mejor aún cuando lo hacía bajo esa llovizna nocturna que a Lima le gusta regalar de vez en cuando en los meses de julio o agosto. Era totalmente consciente de que eran las últimas veces que podría hacer ese tipo de cosas, tan simples, en quién sabe cuánto tiempo; por eso, devoraba cada segundo de esas caminatas, las consumía como consumía esos cigarros… los evaporaba. Pero esto no intenta ser una nostalgia limeña (sabrán disculpar si lo parece…), porque el punto al que intento llegar es el siguiente: ¿Alguna vez te llegas realmente a acostumbrar a tu nueva condición de mujer expatriada en Riyadh? ¿Te puede dejar de molestar la obligación de vestirte con un sayón negro para salir de casa?¿Empieza alguna vez a “estar bien” todo lo que sucede aquí? … La respuesta sería diferente para cada mujer, evidentemente, pero –feliz o infelizmente- para  una mujer tan difícil como yo siempre será ésta: “Por todos los círculos de Dante… !No!” (… Y entonces mi esposo lee esto y se golpea la frente… Lo siento, cariño, te trajiste a una así). Bueno, voy a tratar de explicarme (aunque probablemente las que se parezcan a mí ya me entendieron la idea).
Ser mujer expat aquí, ya lo hemos dicho, es de lo más difícil. Voy a dar un ejemplo que sucedió hace unos dos meses, que creo que puede ayudar a entender un ángulo del asunto. Pues que me había quedado yo sin unos insumos que necesitaba para cocinar el almuerzo y, como recordaba el camino de mi casa hasta un supermercado al que se podía llegar caminando, decidí lanzarme a la calle SIN DRIVER… qué podía pasar? Eran menos de 10 minutos calle abajo… Empecé el camino y encontré fácilmente el supermercado, y fue mientras encargaba mis quesos que un hombre me empezó a hablar en árabe. Luego de voltear a mirarlo, volví a lo mío, ignorándolo completamente. Fue cuando salí con mis dos bolsitas , caminando otra vez rumbo a casa (porque no es seguro tomar un taxi de la calle) que me percato que ese mismo ser humano me seguía lentamente en una camioneta, repitiendo palabras que yo no entendía, hasta que empezó a decir “Number, number”. Intenté no parecer nerviosa y continué mi camino desviándome rápido de esa calle, salí a otra desde otro brazo de la calle, para volver al camino, y apareció nuevamente la camioneta, avanzando lenta detrás de mí. Cuando me di cuenta, mi perturbación había hecho que mi sentido de dirección se vaya al cacho: Yo ya no sabía por dónde ir en medio de todas esas calles, no sabía si podía estar alejándome más de mi casa, en el afán de perder la camioneta. Finalmente, me acerqué a una mujer que caminaba por ahí con su pequeña hija y le pregunté dónde podía tomar un taxi por allí. Por supuesto, ella hablaba árabe y no me entendió una sílaba, pero por lo menos logré que el hombre desistiera y sólo respiré cuando vi a su auto alejándose calle arriba hasta perderse. Decidí volver al supermercado y tomar un taxi en esa calle principal, qué diablos... Yo ya estaba media perdida (además, sin saldo en el celular) y no me terminaba de reponer del todo cuando apareció un auto medio deportivo  manejado por un árabe de unos 30 años, con toda su clásica vestimenta de tof blanco y mantel de picnic en la cabeza, con lentes oscuros y barba media rasurada. Este otro imbécil sí me habló en inglés y me siguió en inglés también. Pegaba su autito a mí y me extendía su número en una tarjeta, pero ya me encontró con más bronca que temor… Igual, no hacía el menor caso cuando le gritaba que se largue, que llamaría a mi esposo (... ya dije que no tenía saldo?). Se fue, y luego vino otro….lo mismo. No me dejó en paz hasta que di con la calle principal del supermercado y crucé. El taxi me dejó viva en casa, pero yo estuve con complejo de persecución por dos días, cerrando con llave cada puerta dentro de mi casa y alertada por cada ruido que sentía afuera. Moraleja de la experiencia: Usted, señorita expat, no debe salir a la calle sola; usted es un ser humano que sólo respetarán si va con su esposo al lado (Ja… Y por esos días se había estado hablando de una campaña contra el acoso callejero en Lima… acoso… Esssto sí es acoso, no frieguen). Bueno, el caso es que entendí la realidad y volví al driver hasta para lo más nimio: de mi casa al auto,  dela uto al sitio A, y viceversa, y aún así una sigue expuesta a hombres atrevidos que no hacen más que hacer que te tragues un coraje!  ¿Verdad que es lindo ser mujer en Riyadh? Pero yo hablo solo por mí, obviamente, desde mis propias experiencias, lo cual no quita que esa sea una realidad del hombre aquí. Vamos a ver el otro lado: Esta sociedad tan estrictamente  segregada, que impide el trato libre entre mujeres y hombres solteros (siquiera estar en el mismo ambiente comiendo una hamburguesa), hace que estos últimos estén, literalmente, locos por el contacto. Por supuesto, nada justifica el acoso, pero si impones una antinatural prohibición ahí tienes las consecuencias.

Con respecto a la abaya, más allá de que me derrita de calor con ella bajo estos 40 grados, jamás me gustará ese símbolo opresivo que sólo recalca la condición de mujer como objeto del varón, hacedora de hijos y niña pequeña sometida al mundo del hombre. Este rol puede convertirlas, paradójicamente, en pequeñas dictadorcillas, pues se pueden volver consumidoras totales, así que los caprichos de ellas son obligación para el marido. Y, claro, es mejor si eres la primera esposa, así tienes el chance de que el hombre se gaste todo su dinero en ti y ya no tenga fondos para pensar en una segunda esposa… Brillante! Cuando conozco a una árabe soltera que trabaja y gana su propio dinero, me encanta y me regocija saber que sí que existen mujeres así aquí… aunque no sean la mayoría.
En fin, el día en que me empiece a acostumbrar a estas y otras cosas más que suceden por estos lares, el día en que me deje de indignar, me preocuparé. Por otro lado, cuando las experiencias son muy buenas con árabes, entonces se vislumbra una compensación muy pero muy agradable por conocer a gente de enorme calidad humana, cuando conozco algún matrimonio en donde él es árabe y ella latina y se ve tanto respeto, tanto amor, que te queda pensar... "Este es el Islam que debe crecer".
La experiencia en Riyadh sigue... sigo renegando con lo tarde que abren las tiendas los fines de semana, con el calor de parrilla en la cara que quema bajo la abaya; sigo muriendo de risa en medio de este desierto con mi esposo (sobre todo cuando nos ponemos a conversar con nuestros drivers), porque finalmente la vida es esa frase trillada que explica que la felicidad está donde tú la escarbas.
Ahora, para que se rían un poco, les dejo una foto de mí con mi camuflaje. Esa tarde decidí salir a explorar el vecindario (acabamos de mudarnos), pero con pinta de árabe, no me fuera a pasar lo que antes ya conté. La experiencia fue totalmente diferente. He obtenido el secreto!
Saludos a quienes leen y un abrazo hasta sus lares!




lunes, 20 de enero de 2014

Eso de salir a la calle: La experiencia del Centro Comercial



Y bueno…eso de salir a la calle puede sonar muy banal para cualquiera, pero para mí es una respiración. No me malinterpreten: estar en mi casa es muy agradable, porque yo lo hago agradable procurando que cada día no sea igual que el otro, usando mi imaginación, aprendiendo cosas, y entregándome a mis placeres. Ya he dicho que no vivo en un compound, sino en una casa, en medio de otras casas árabes, así que por aquí no están los lindos vecinos familiares; por eso, las amigas vamos a los compounds de las otras amigas y así pasamos mañanas y tardes divertidas. Obviamente, eso no se puede hacer todas las mañanas o las tardes, así que, en lo regular, uno misma debe inventarse el día. Si lo piensan bien, ir al compound de una amiga no es, en sí, salir a la calle. Eso creo yo…¿Por qué? Porque, cuando llega la hora de salir, ahí está el bienamado driver en tu puerta… subes, ves la calle por la ventana, el auto entra al compound, y luego entras tú a la casa que visitas. Para salir, lo mismo, pero al revés. Así que, si tomamos en cuenta que un compound es, como ya he dicho, una burbuja occidental, entonces, no estás en la calle: sólo la has visto a través de la ventana del carro. “Salir a la calle” es, pues, por ejemplo, irme de shopping a algún centro comercial o bien salir a algún restaurante con mi esposo. Evidentemente, eso último lo puedo hacer generalmente sólo los fines de semana, así que lo del mall es lo más posible en la semana.

Ok, entonces salgamos de casa: vamos de compras! Tu driver te deja en el lugar que tú le indicas.“Thank you. I will call you when I finish” (sonrisa agradecida), y ya está, para adentro del gigante. Me voy confundiendo entre las demás abayas negras, mientras, inevitable y casi inconscientemente, juego a adivinar quién está bonita según las miradas que chocan con la mía. El primer temita es uno al que, según me dicen, me terminaré acostumbrando, y es que una expat siempre va a llamar la atención entre las otras mujeres saudíes, porque anda caminando por ahí sin velo y con la cara descubierta. Así es la situación… por ello, mientras estás en las tiendas, les juro que se puede sentir encima las miradas de los hombres que trabajan allí donde te has metido; unos no te incomodan más de un segundo, pero otros te pueden seguir con los ojos por toda la tienda hasta que sales echa un estrés humano (por eso, yo adoro las tiendas en donde atienden mujeres). Aquí, desde que llegué, soy blanco constante de una bendita pregunta por parte de los hombres de alguna tienda o supermercado que se animan a hablarme: “¿Where are you from, madame? ¿Are you indian?”… “(Maldición) No… I am from Perú” “¿Where…?”.... “Sudamérica”…. “Ahhh”…Inmediatamente, viene mi retirada amable y estratégica para que no sigan diciéndome cómo me parezco a una mujer de la India ni me pregunten qué hago en Arabia o demás impertinencias. 

El otro tema es aquello de tener que estar pendiente de las horas en que inicia cada prayer time, pues las puertas de cada tienda y cada puesto del patio de comidas se cerrarán en tu cara... En este punto hay que darle crédito a la tecnología, y es que hay disponibles numerosas aplicaciones para smartphones, las cuales te indican las horas de cada prayer (y hasta te cantan unos segundos del rezo). Esta es un foto de la aplicación que yo tengo en mi teléfono; se llama Al-Moazin:



Como pueden ver, con esta aplicación en el bolsillo ya una se frustra menos (y sólo escribo “menos”, ojo). Las horas de los prayers suelen ser prácticamente iguales, pero tener a la mano el detalle del día siempre es lo mejor. Así, si me toca almorzar en el mall, pues unos diez o quince minutos antes me enrumbo al patio de comidas y hago mi elección y mi pedido tranquilamente. Ya no me pasa, como al principio, que me toca llegar corriendo al último puesto que cierra y pedir lo primero q lea, ni menos esperar los veinticinco minutos que dura el rezo, sentadita en una mesa, mientras oigo rugir a mi estómago. Otras veces, el prayer time simplemente lo paso sentada en alguna de las numerosas bancas de los centros comerciales (de veras, like a park) y al lado de chicas sauditas, o en una sillita de esos cafés que están en el medio de los patios (no importa que no estés consumiendo, pues en esos momentos los encargados desaparecen). Los baños tienen un espacio para rezar y, si no, las mujeres suelen usar los largos pasadizos que hay hasta los servicios higiénicos: sacan su pequeña alfombra e inician su rezo. Pasa que no todos los sauditas rezan a la hora que indica el Corán, pues tienen un lapso de tiempo determinado para hacerlo luego; por eso, es normal ver que, en los centros comerciales, la mayoría de las personas están simplemente esperando que se vuelvan abrir las tiendas mientras revisan sus smartphones (es porque rezarán después).

Puedo asegurar que lo peor del tema de salir a comprar ropa es este: No existen los vestidores, porque está prohibido probarse las prendas... Yo supongo que tiene que ver directamente con el afán de alejar a toda costa la posibilidad de que una mujer se despoje de su ropa -aunque sea detrás de una puerta- en un lugar donde hay otras personas... Es que eso pondría imágenes obscenas en la cabeza de los hombres! Bueh... Solución? Confía en la etiqueta, o en tu puro ojo... Me ha pasado equivocarmeme (Ustedes saben cómo es eso, no hay nada como probarse algo antes de comprarlo!) y tener que volver al mall sólo para hacer un cambio. Luego de ese primer error, opté por pasarme harrto rato mirando y comparando la cintura de un pantalón con la mía, por ejemplo, antes de ir a la caja. Pero el infalible es sólo uno: Pagar, y salir en busca del baño más cercano para probarte la prendita. Ojo, esto lo hago únicamente con los pantalones o con vestidos, porque con las otras prendas, como blusas o sweaters, pues yo aconsejaría agarrar mi desfachatez de remangarse la abaya y probarse encima las prendas. En fin... que este tema es problemático únicamente para las mujeres, supongo.

Y ya que entramos al tema del cuidado de la moral (...bueh), no puedo dejar de mencionar esos curiosos paneles publicitarios que hay en algunas tiendas de ropa. Dejemos que la imagen hable por sí sola:


CHAN...! (No le hice ningún tipo de edición a la foto, sólo le agregué un marco)

La tienda GAP es la que más me llama la atención porque no dejan ni la sombra de los rasgos del rostro, como en la foto de arriba, sino que la cabeza es un borroso círculo naranja, sin ningún matiz... y siempre va hasta el escote pecador.

Por último, si a veces me suelo demorar horas de horas en eso del shopping no es necesariamente porque compre mucho, sino porque me toca buscar mucho. En cuanto al estilo, la oferta de ropa aquí es muy diferente a la oferta limeña a la que yo estoy acostumbrada: a las sauditas les gustan demasiado las tachuelas, los brillos, las lentejuelas, la combinación drástica de colores, etc, así que eso es lo que muchas tiendas suelen traer. Por supuesto, también hay tiendas en donde no hay mucho pierde, pues son de gustos más discretos...más normales...o menos agresivos (no sé cómo decirlo!). En fin, que cuando encuentro algo lindo y de mi estilo, prosigo a pedirle con fervor a mi suerte que la prenda esté disponible en mi talla.


Buscar calzado aquí, para mí, es sufrir...
Dicen que Dubai (uno de los siete Emiratos Árabes) es un emporio de la moda y que está plagado de centros comerciales enooormes, pero, digo yo, si todo va en el mismo estilo que la extraña Riyadh... pues qué pereza echarse a buscar ropa allí. Nunca me encantó ir a comprar ropa en Lima, me aburro rápido, pero esta ciudad me está obligando a superar eso a la fuerza, por una cuestión de necesidad de búsqueda. Qué bromita de la vida. Lo que no se puede negar es que Riyadh está poniendo a prueba mi tolerancia en muchos sentidos, comenzando por este tan superfluo de la moda. En todo caso, al margen de todo, lo notorio en este tema es cómo el orden religioso está en todos los aspectos de la vida diaria aquí, en la práctica; sin poder ser precisos, me parece que, en promedio,  los occidentales, únicamente tenemos el vínculo religioso los domingos, porque hay misa... Aquí no, pues la religión es la columna vertebral de la cultura. Es impresionante.


Han sido unos buenos meses de experiencias y observación. Me he comprado bibliografía sobre el Islam, y el Corán mismo en edición castellana. Es hora de estudiar bien la teoría para hacer una verdadera construcción de esta interesantísima cultura (ya he ido seleccionando artículos y noticias del tema). Los próximos post intentarán tener el enriquecimiento de lo que vaya estudiando, pero vendrán más adelante. Mientras tanto, abrazos desde Riyadh!